¡Quieto! Totalmente quieto sin parpadear. Parado sobre una caneca que dice “Arlequín. Colabora con el arte”. Una moneda y se mueve; da y da vueltas haciendo sonar cada cascabel que acompaña su traje, en medio de una sonrisa que llama la atención con un gesto particular, inclina su cuerpo y alza su brazo izquierdo en señal de agradecimiento; vuelve y se inclina ahora con su mano sobre el dorso, da la mano y vuelve a su estado inicial…totalmente quieto de nuevo.
Un traje dorado en material muy grueso con cascabeles en la cintura, que a simple vista eleva la temperatura corporal, un bastón con un enorme cascabel, zapatos dorados también con cascabel en la punta, sombrero de arlequín con cascabeles en las puntas, cuerpo totalmente blanco, cachetes rosados.
SU PROTAGONISTA
Esa es la rutina de cada 5 minutos aproximadamente de Wilson Alexander Guevara, un joven proveniente de Bogotá, quién ahora invade los semáforos de la ciudad llenando a todos los bumangueses de esa alegría contagiosa de ser un arlequín.
Wilson nacio el 2 de mayo de 1.983 en Arbeláez, Cundinamarca. Muchos lo han visto en los diferentes semáforos de la ciudad, muchos le han dado la mano en medio de sonrisas, muchos le han colaborado con su trabajo.
”Este arte te vuelve más humano, más sensible, uno tiene que aguantar el desprecio de las personas, tiene que aprender a agachar la cara”, afirma Wilson mientras se seca el sudor que cae sobre su frente.
SU VIDA
Wilson fue criado en el campo, era muy hiperactivo de pequeño. A los 7 años se maquilló por primera vez de mimo, pero irónicamente su mamá lo castigo por llegar pintado. Inocente del talento innato que había en él. “Había una muchacha pintada de mimo y yo le pedí que me pintara, ella lo hizo y me gusto”, recuerda entre risas Wilson.
Vivió prácticamente solo, porque la relación con su mamá Luz Cecilia Guevara y con su padrastro no era la mejor. A los 8 años se fue de la casa, a vivir solo, y únicamente iba a la casa a visitar porque una tía lo ayudaba. Estuvo viajando y como sabe casi todos los bailes típicos, entonces enseñaba en las escuelas, en Puerto Trujillo, Meta y en Puerto Inírida, Vichada.
Su verdadero papá, de quién se niega a dar el nombre, es dueño de talleres Aguilera en Bogotá y es mecánico Diesel.
Él lo dejo cuando era muy pequeño. “¡Por no tener a mi papá he cometido mucho errores! Mi papá tiene mucha plata pero yo no lo quiero, porque cuando lo necesite al estar pequeño, el nunca estuvo ahí, ya aprendí a defenderme solo”, dice Wilson.
SUS INICIOS EN ESTE ARTE
A los 19 se devuelve a Bogotá y conoce el arte del estatismo. Un día Emiro Becerra, que en paz descanse, estaba parado disfrazado de estatua, y al verlo pasar a echarle unas monedas le pide que le tome una foto, y como dice Wilson entre risas “me soltó la cámara digital porque tengo cara de honrado”
Ese día le regaló unas monedas y poco apoco le enseñó a ser mimo. “El me decía que uno no debía estar deambulando por ahí en las calles, que uno no debe estar a la compasión de todo el mundo, uno debe rebuscárselas” recuerda con nostalgia nuestro Arlequín.
Entonces Emiro le prestaba los trajes y el maquillaje pero él tenía que darle el 50% de lo que se hiciera en el día. Su primer disfraz como estatua fue de fantasma, con unas sabanas puestas encima.
“Estando en Bogotá desafortunadamente caí en las drogas, porque uno en la calle aprende de todo, vivíamos en una casa con un grupo de amigos todos teatreros de la calle. Unos eran zanqueros, cuenteros, mimos, malabaristas, etc.”
ADIÓS BOGOTÁ
Hace 3 meses llegó a Bucaramanga, porque su mujer Luz Marina Pabón con quien vive en Unión Libre hace 1 año y de quien espera su primer hijo, tiene familia acá en Santander y ellos tenían planes de irse para Venezuela. Ella trabaja como prestamista para las Fuerzas Armadas hace 6 años en Bogotá. Al dañarse los planes del viaje, ella retoma su trabajo y el se queda acá, por la separación de su antigua mujer.
En Bogotá ya tenía Usaquén ganado. Wilson es un hombre que a pesar que la vida no le ha sonreído de a mucho, no tiene rencores.
Venía trabajando con un proyecto que se llama “Hurtándole manos al hampa, para crear conciencia y formar cultura”, con el cual pretende crear una Fundación llamada “Fundando arte para el mundo y por el mundo” .
“En Bogotá solo me faltaba la cede y llegue aquí y estoy apenas empezando.” Expresa con cierta nostalgia Wilson.
En Bogotá ya no trabajaba en los semáforos, se dedicaba a un público definido con conciencia de que es lo que representa. A Universidades, en centros comerciales, en obras de teatro. Acá en Bucaramanga empezó de nuevo a forjar camino, esperando que ofrezca la ciudad bonita.
SU PERSONAJE
En este caso está representando a un Arlequín. El Arlequín era una forma de entretenimiento que tradicionalmente se representaba como final de la pantomima a finales del siglo XVIII y principios del XIX.
De lunes a viernes trabajaba en semáforos entre la Avenida Rosita y González Valencia; Los sábados frente al Centro Comercial Cuarta Etapa y los domingos en la zona metropolitana, a veces en Piedecuesta, Girón o Floridablanca.
“Me gusta mucho de Arlequín, porque me encanta la interacción que se tiene con los niños y con el público, el susto que se llevan las personas es muy bueno” comenta Wilson.
UNA RUTINA DIFERENTE
Se levanta entre semana a las 5:00 a.m, se alista y se va para el semáforo, llega hacia las 6:30 a ubicarse. Carga su maquillaje y su vestuario en una cajita de aluminio, que usa para pararse encima y hacer su show, el cual tiene un letrero que dice “Arlequín apoya el arte”. Después de ubicarse en el semáforo, se demora unos veinte minutos maquillándose. “Quitándome el maquillaje duró aproximadamente 2 horas”, comenta entre risas eufóricas Wilson.
Hacia las 12 del medio día va y busca almuerzo donde pueda, y cuelve a su lugar de trabajo, hasta las 5 de la tarde.
Al preguntarle cuanto gana en un promedio, ríe y se sale por la tangente diciendo “Si usted gana en pesos gasta pesos, si gana en miles, gasta en miles”, y se ríe una vez más.
SU VIDA COMO ESTATUA
Wilson participó en Manizales en un concurso de estatuas en el 2.006 llamado “La Vida es puro teatro”, ganó el primer puesto y $700.000, nadie lo quiso patrocinar pero el se fue con sus propios medios.
Ha grabado programas, como uno que realizó para el canal Capital en Bogotá llamado “Cuéntame”. Ha grabado también comerciales para diferentes organizaciones como Bancolombia, en el que salí golpeando un globo que iba de mano en mano.
Ha estado en casi toda Colombia aprovechando las fiestas, en Manizales, en Cali, en Pasto, en Melgar, Barranquilla, Santa Marta, Cartagena, Medellín, Bogotá, Pereira entre otros.
Ha estado con gente importante, como él mismo lo dice lleno de orgullo, “Una vez Carlos Vives me regaló 40 dólares, he conocido a mucha gente, estuve también en la ruta del pesebre navideño con Adriana Tono para el canal Caracol, fui telonero en la plaza de toros La Santamaría de Andrea Echeverri”
SU CREACIÓN
Él mismo diseña los trajes y los lleva a una modista para que se los corte, y ahí empieza la “testurificación”, como él le llama, lo cual indica el proceso para darle la textura de rigidez, que es como el endurecimiento y envejecimiento de la tela, que es lienzo y que dura aproximadamente 3 meses. Luego se le compran los implementos para cada traje y a mano los pega.
Tiene pensado crear próximamente al protagonista de Toy Story y a un soldadito de plomo. La inversión para cada traje es de $500.000 o $400.000.
“Todo es invento propio. Uno se disfraza de acuerdo a al época. En Semana santa me disfrazo de San José, traje que ahora se lo presto a un amigo, para que arranque y por ejemplo en partidos, para cambiar de rutina, me voy y me las gano pintando en los cachetes de las personas la bandera del equipo”, aclara Wilson.
El mismo prepara su maquillaje, “se prepara a base de crema cero y Dióxido de Titanio, yo me lo invente, porque es pura lógica, si la crema cero no le quema la colita a los niños pues que me va a dañar la piel, y el Dióxido de Titanio es la que usan los odontólogos para calzas y si eso está en nuestras bocas pues tampoco va dañar mi piel”
SU FUTURO
“Yo no aspiro mucho en la vida, aspiro tener mi fundación para poder ayudar a mucha gente, tener mi casa y formar mi hogar , y a ser feliz, ahora que mi mujer esta embarazada, no le pido a Dios que me brinde mucho, pero si que me dé lo necesario, sin perder la humildad”
Siento que vine al mundo para dar un mensaje de paz y es que “El arte mitiga lo que las armas no alcanzan”.
“Hago de estatua porque el mensaje mío es que se detengan un momento, un minuto para que la gente se vaya con una nueva visión. Se les alegra la vida con ese instante que se detiene, y se den cuenta que la guerra se puede arreglar con una sonrisa” afirma Wilson.